Nota: esta es una historia producto de mi imaginación, si bien, tome algunas cosas de lo que he vivido, como caminar por las calles de rancagua, esto no va escrito a mis amigos con quienes compartia ese trayecto, ni a nadie en particular.
Y allí estaban, los mismos de siempre. Sentados bajo un árbol, conversando siempre de las mismas estupideces, banales, triviales, sin importancia.
A veces los odiaba, no entendía el por qué de su inconciencia, de su superficialidad. Tampoco entendia por qué me seguía juntando con ellos. Creo que estoy aquí porque podré ver el atardecer, desde unos asientos bastante favorables.
Ibamos caminando, por las mismas calles de siempre, de manera tan inconciente y rutinaria que no nos dabamos cuenta que avanzabamos, de hecho, sin planearlo todos nos detuvimos, cuando llegamos a la esquina del paseo Estado, con Gamero. Habian pintado una casa, se sentía extraño, sus nuevos colores resaltaban entre las demas casas rayadas y envejecidas, y resaltaba en nuestra mente, que trataba de asimilar tal radical cambio en aquella calle tan conocida.
De nuevo, los mismos temas, los mismos chistes. A veces me pregunto si pertenesco realmente a este lugar, a este ambiente. Soy tan distinto, creo ser mejor, al menos eso intento.
Aborresco a la gente, odio su monotonía, odio su preocupación por todas esas cosas que no importan, nadie parece ponerse en el lugar de los demás, solo les importa su propia comodidad, sus propios sentimientos. La empatía se pierde mientras tengan todo lo que necesitan, carente de espiritu. Peones del sistema. Muertos de mente, muertos de espíritu, muertos de convicción.
Simplemente odio tanto a la gente. No la soporto, no la comprendo, y tampoco encajo aquí, menos me interesa, con este monton de ignorantes.
-Felipe, necesito que me ayudes, olvidé las llaves de mi casa. ¿me podrias ayudar a entrar por la ventana?
-No puedo, me estan esperando, en realidad estoy muy apurado, adios, lo siento.
Obviamente no lo ayudaré, es un imbecil, siempre olvida sus llaves, no me puedo andar haciendo problema cada vez que me piden ayuda esos estupidos egoistas. Solo recuerdan la «amistad» cuando necesitan de algo. No, solo seguiré caminando.
Que lindo paisaje, me relaja el sonido que hacen las hojas al chocar entre si, me recuerda el mar, cuando mi padre aun vivía, me tomaba de la mano fuerte y corriamos por la arena, en esa zona en que las olas apenas llegan, cuando se acercaba, mi padre me levantaba por el brazo y por eso yo daba unos grandes saltos para luego caer sobre el agua que terminaba de retirarse. Preciosos recuerdos.
En ese momento en que llegue a mi casa y abri la puerta, entre pensamiento y pensamiento lo entendí. Comprendí mi inconcecuencia, odio tanto a la gente por su egoísmo y su estupidez pero olvidé algo demasiado importante, y desconosco la razon por la cual, no lo pude ver antes, una verdad que me dejó frío, perplejo y extremadamente confundido, incluso a pesar de ser tan evidente, la verdad es que: yo también soy gente, lo que me hace horrible también, tan horrible que me detesto, cometo los mismos errores que aborresco en los demás, por mi naturaleza de egoísmo, estupidez e ignorancia. No soy mejor, no soy especial, solo me di cuenta de algo que no puedo cambiar, de algo que es más fuerte que yo, al menos eso creo, solo se que soy horrible, al igual que cada una de las personas que conosco.
Luego de tal descubrimiento, comencé a llorar descontroladamente, no podia parar, y en ese momento tome la decisión más consecuente y sensata que pude haber tomado.
Y aquí me encuentro ahora, solo puedo disfrutar de unos cuantos momentos de reflexion, de vez en cuando, porque todo vuelve, todo ocurre una y otra vez, y no lo entiendo, es como si todo lo que mi mente contuvo alguna vez se cruzara entre si de manera caótica, la mayoría de las veces me siento solo un expectador, todas las palabras alguna vez pronunciadas resuenan. Toda mi maldita vida tratando de encaminarme en una direccion distinta, pero a pesar de todo mi esfuerzo, no hice más que dirigirme hacia el mismo lugar que los demás, y nisiquiera me di cuenta, solo termine en el mismo lugar que todos, frente a mi feo reflejo.
Me frustra tanto que no se cuanto sentir, ni…..
Y allí estaban, los mismos de siempre. Sentados bajo un árbol, conversando siempre de las mismas estupideces, banales, triviales, sin importancia.
A veces los odiaba, no entendía el por qué de su inconciencia….